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jueves, 13 de enero de 2011

¿DÓNDE MANTENEMOS LA ESPERANZA?

Publicado por Georgina Arteaga-Carlebach en Facebook

Si observamos el caos en el que estamos inmersos en este mundo irreal, además del caos que podamos estar teniendo en nuestra vida personal, aún dentro de esto podemos mantener una luz en esta oscuridad, un destello de esperanza. Necesitamos observarlo más allá de este mudo irreal de cuerpos, más allá de esta irrealidad, más allá del mundo de víctimas y victimarios, una esperanza que no es para observar y experimentar en el mundo irreal caótico, pero que puede ser transportada cuando nos cambiamos del sueño de pesadilla al sueño feliz.
No sigas tratando de mantener tus pensamientos separados del Pensamiento que se te ha dado. Cuando aquellos se ponen al lado de Éste y se perciben allí donde realmente se encuentran, elegir entre ellos no es más que un dulce despertar, tan simple como abrir los ojos a la luz del día cuando ya no tienes más sueño. (T.15.XI.1:5-6)
El mensaje que nos ofrece nuestro hermano Jesús nos brinda esperanza porque proviene de una realidad más allá de este mundo, sin espacio ni tiempo, por lo mismo cada maestro-alumno proviene de lugares y en tiempos diferentes. Todos recibimos el llamado del amor, pero muy pocos aceptamos el llamado que pide que perdonemos y amemos.

Los maestros de Dios no tienen un nivel de enseñanza fijo. Cada situación de enseñanza-aprendizaje entraña en sus inicios una relación diferente, si bien el objetivo final es siempre el mismo: hacer de la relación una relación santa, en la que ambos puedan ver al Hijo de Dios libre de pecado. 3No hay nadie de quien un maestro de Dios no pueda aprender, de manera que no hay nadie a quien él no pueda enseñar. (M 3.1:1-3)

Desde le mundo irreal del ego, no existe realmente una salida, por lo mismo la esperanza no tiene objetivo, lo cual podríamos aceptarlo si lo vemos desde la visión del mundo irreal, ya que la esperanza descansa fuera del sistema de pensamiento del ego. Dentro del sistema de él, con el cual se sustenta el mundo irreal, para todo y todos no puede haber esperanza. Jesús le dice a Helen cuando le estaba dictando el Curso: Un desierto es un desierto. Puedes hacer lo que quieras en él, pero no puedes cambiar lo que es. Que no tiene agua. Por eso es un desierto- Lo que sí puedes hacer es salirte del desierto.

Entre más nos compliquemos dentro del sistema del ego para encontrar una salida o tratemos de encontrar la esperanza de vida y amor, más nos enredaremos en la telaraña, menos podremos movernos más allá de las ilusiones, porque primero establecimos éstas como realidad. Por eso cuando queremos usar el Curso para apoyar las vidas de las personas desde la visión del mundo del sistema del ego, o bien bajo esta visión hacer más placentero nuestro sueño ilusorio, la verdadera esperanza se sale de nuestras manos, la luz de la esperanza queda anulada.

Si mantenemos la esperanza solo en el nivel de nuestra mente y fuera del control del ego, es la forma en que ésta puede ser establecida. Una vez que la establecemos podemos salir del sueño de pesadilla, nos liberamos y todo quedará como un recuerdo de algo que pudo ser modificado.
Serás liberado, y no recordarás nada de lo que fabricaste, salvo lo que fue creado para ti, y a su vez por ti. Pues, ¿cómo podrías recordar lo que nunca fue verdad, o no recordar lo que siempre lo fue? En esta reconciliación con la verdad, y sólo con la verdad, radica la paz del Cielo. (T.13.XI.11:6-8)
Nuestra esperanza es encontrar el centro de quietud en nuestra mente, desde el cual emana todo el significado que nuestros cuerpos experimentan, no hay ninguna otra esperanza. No hay esperanza ni felicidad que puedan encontrarse en nuestros cuerpos. Desde la enseñanza del Curso, la sobrevivencia, la esperanza de amor, no radican en el cuerpo o en el mundo, sino en nuestra mente, desde donde se genera un pensamiento de perdón y amor. Esta es la esperanza en la que la luz brilla, aún cuando la oscuridad se establece como centro del mundo.
Hay una luz en ti que el mundo no puede percibir. Y con sus ojos no la podrás ver, pues estás cegado por él. No obstante, tienes ojos con los que poder verla. Está ahí para que la contem¬ples. No se puso en ti para que se mantuviese oculta de tu vista. Esta luz es un reflejo del pensamiento con el que practicamos ahora. Sentir el Amor de Dios dentro de ti es ver el mundo reno¬vado, radiante de Inocencia, lleno de esperanza y bendecido con perfecta caridad y amor. (L.189.1)
La oscuridad que vemos en el mundo no es más que la proyección de lo que está en cada una de nuestras mentes, y no solo en la mente de los supuestos “malos” a los cuales acusamos de generar todo lo que es sufrimiento y maldad, según nosotros, sino que está en la mente de todos, tanto de la que vemos como víctima como al que vemos victimario. Solo que “los malos” somos cada uno de nosotros que eligió el resentimiento en lugar del perdón, el miedo en lugar del amor, y lo que vemos allá afuera es la proyección de nuestros pensamientos
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