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jueves, 3 de noviembre de 2011

"CHARLAS CON EL ESPÍRITU SANTO"

Publicado por Susana en Más allá de los sueños

Relaciones Especiales

Yo: Cuando un hermano al que yo creo amar no me corresponde, me entristezco. Cuando no me demuestra interés, su afecto, su atención… me hace sentir como si yo no fuese valiosa, como si no existiese.

Espíritu Santo: Eso que estás diciendo no es cierto. Es una trampa.

Yo: Pero ese sentimiento no puedo negarlo.

Espíritu Santo: Hay un sentimiento de tristeza, sí. Pero no por el motivo que dices.

Tu valía está determinada por tu perfecta creación. Es un valor estable, inmutable. No fluctúa, no está sujeto a cambios de ningún tipo. Tu valía está inseparablemente unida a tu Ser. Y tu Ser no tiene absolutamente ninguna relación con este mundo de cambios, de nacimientos y muertes, de cuerpos que entran y salen de tu vida. Por tanto, la relación entre la actitud de un hermano y tu valía no es un hecho Real. Se trata de algo que tú superpones a lo Real… una creencia.

Esta creencia arraiga en tu mente y funciona como si fuera real. Y ciertamente lo es para ti, pues te has engañado a ti misma sustituyendo la Realidad perfecta por una creencia. De este modo te dices que la pérdida es posible. Que la actitud de otras personas tiene el poder de herirte. Te enajenas de tu poder al juzgarte vulnerable. Te conviertes así en víctima del mundo.

Es así como opera el sistema de pensamiento del ego: el miedo.

Yo: ¿Y cómo puedo deshacer esa creencia?

Espíritu Santo: Primero debes estar segura de que quieres deshacerla. Si lo estás, deberás mirar de cerca con total honestidad para qué la mantienes activa en tu mente. Cuando lo veas con claridad, se desvanecerá porque es una absurda fantasía, sin poder para aprisionarte si tú no se lo concedes.

Si observas bien, tu tristeza no es la reacción a un hecho Real, sino a una creencia.

Cuando le das crédito a esa creencia que te convierte en alguien sin poder, vulnerable, a expensas de un mundo cruel, estás haciendo trampas. Estás actuando de manera muy deshonesta porque estás negando tu Ser, tu poder, y al Amor que te creó.

Y ésta es precisamente la clave. El "¿para qué?"

Sólo cuando entiendes que eres tú quien juega, que la estrategia es tuya, puedes desactivar el juego.

Yo: Y ¿para qué juego a ser algo diferente? Es como disfrazarse…

Espíritu Santo: Haces esto para escapar del Amor.

Tu creencia inconsciente en la culpabilidad te lleva al miedo. Y éste te conduce a huir de tu Ser. A negarlo.

A pervertirlo convirtiéndolo en un ídolo, en una triste parodia del Hijo de Dios.

Un personaje asustado y aislado, con una insoportable sensación de carencia en su interior, que busca compulsivamente alivio en las “relaciones especiales”.

Tú no eres eso que "crees". No hagas trampas. No te entristezcas por una creencia absurda y loca.

¡El mundo no puede herirte porque tú eres su causa!

No su efecto/víctima.

Que tu hermano te muestre su atención o que no lo haga, que tenga una buena opinión de ti o que no la tenga, que permanezca a tu lado o se marche...

Nada de eso puede afectar en modo alguno a tu Ser, a tu valía. A no ser que hagas la antinatural conexión de unir su comportamiento a tu valor. Y que, una vez hecha esta extraña conexión, reacciones a ello con emociones como tristeza, alegría, decepción, preocupación, etc.

Yo: Entonces, ¿he de admitir que deliberadamente me estoy engañando a mí misma con un juego de estrategia encaminado a huir de la presencia del Amor?

Espíritu Santo: Así es. Y debes admitirlo así, sin entrar en otro juego: el de la culpa. Esto no es un pecado. Es un error.

Una vez visto. Una vez que has entendido que tú lo has urdido, puedes decidir pararlo. Sólo tú puedes hacerlo. Pues solo tú puedes cancelar la decisión que tomaste.

Yo: Debo decidir de Nuevo…

Espíritu Santo: Sí…