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viernes, 9 de mayo de 2014

CUANDO PERDONAR ES FÁCIL

Pregunta

Mi pregunta tiene que ver con las “enseñanzas” de Kenneth Wapnick.

En muchos lugares (no puedo precisar cuáles), he visto que él dice algo como “si encuentras que perdonar es fácil, es que lo estás haciendo mal”. Creo que esta expresión está contenida en el libro de Los 50 principios de Un Curso de Milagros.

Una vez más, estoy parafraseándolo, pero me parece que es un poco preocupante.

Pero lo extraño es que La Desaparición Del Universo fue como la última pieza del rompecabezas. Una vez que esa pieza tomó su lugar, comencé a “hacer” el Curso y no me he detenido.

La parte preocupante en que NO encuentro que perdonar sea difícil. No estoy diciendo que no encuentro cosas difíciles de perdonar (incluso cosas que considero “buenas”), pero creo que he alcanzado un punto en mi vida en el que estoy viviendo un montón de preceptos del Curso.

Respuesta

Me parece bien. Si esa es tu experiencia, habla por sí misma y no querrás repensarla  demasiado, lo cual es, por supuesto, una trampa en sí misma. Todos encontramos que el Curso es difícil a menos que hayamos hecho el trabajo del perdón a través de otro curso o camino, tal como tú indicas.

El problema aparece cuando encontramos el Curso fácil porque no estamos haciendo en realidad aquello que nos pide. La negación es la piedra angular de la estrategia del ego y es difícil decir cuándo estamos negando, ya que ése es su mismísimo propósito. Y porque además somos verdaderos maestros de la negación.

Al trabajar con el Curso, muchas gente sí experimenta volverse más consciente del “ruido del ego” en su mente, hecho éste que es una gran paso para deshacer la negación.

Obviamente esto es bastante incómodo, y esto es, en mi opinión, lo que Ken quiere decir en relación a tu comentario. No es que el Curso en sí mismo sea difícil, sino que es nuestra respuesta lo que hace que, para la mayoría, la experiencia sea difícil.

No obstante la culpa de la que seamos conscientes, hay, para la mayoría de nosotros, mucha más enterrada u oculta en nuestro inconsciente. Dado que es con esto con lo que nos ayuda el Curso, no es para mentes sanadas, sino para mentes no sanadas.

El perdón no es fácil debido a que hemos estado identificados por mucho tiempo con el sistema de pensamiento del ego, con el mundo, enamorados de nuestro especialismo y temerosos del lugar hacia donde el perdón nos guía, vale decir, de regreso a un Dios que pensamos que habrá de destruirnos.

A la larga, el perdón no es beneficioso para aquel que piensa que lo está haciendo, el ego. Se nos pide que entreguemos más que nuestros resentimientos, se nos pide que entreguemos todo aquello en lo que creemos, incluyendo – lo más amenazador de todo – la idea de un ser individual. La resistencia es comprensible.

Parte de nosotros, nuestra mente recta, se regocija con cada paso que avanzamos, pero otra parte nuestra – la parte que disfruta siendo un “nosotros” – , siente como si estuviera en el infierno.

Si no estamos en contacto con la parte que se siente en el infierno, es porque debe haber una razón para ello. Bien estamos extremadamente avanzados desde el punto de vista espiritual, bien estamos en negación.

Esto no quiere decir que cuando nos sintamos bien debamos buscar los lugares donde nos sentimos mal. Esa sería una terrible forma de castigarnos a cada paso.

Pero mientras vivimos nuestra vida cotidiana, podemos volvernos cada vez más y más conscientes de cuando no nos sentimos perfectamente dichosos, y contemplar estos momentos como oportunidades para continuar con la práctica del perdón.

Puesto que la mayoría de nosotros no existimos en un estado de perfecta dicha, debemos darnos cuenta que aún tenemos “trabajo” que hacer.

El perdón es entonces el trabajo de reconocer que en última instancia no es necesario hacer ningún trabajo.

Dado que nuestro estado mental no tiene nada que ver con lo que sucede en nuestra vida, es también importante distinguir entre la paz y “todo está saliendo bien para mí ahora”.

El objetivo del perdón no es hacer que nuestra vida y las circunstancias físicas sean mejores, sino más bien el objetivo es el de sanar el dolor de la culpa en nuestra mente.

Una de las formas que esta culpa puede tomar es el de preocuparnos si estamos haciendo el Curso adecuadamente, si lo estamos entendiendo a la perfección, practicando de la manera correcta, escuchando al maestro justo…

El mundo real no es un estado mental en el que todavía nos hacemos preguntas del tipo “¿Estoy haciendo bien el Curso?” o “¿Es esta la paz verdadera o podría ser otra cosa?”.

Estas preguntas sólo son formuladas por una mente que es insegura y la mente es cualquier cosa menos insegura.

Cuando seamos plenamente dichosos y estemos perfectamente en paz, lo sabremos.

En el ínterin, hacemos lo mejor que podemos con un sentido de humildad y paciencia en el reconocimiento de que la negación es una parte común del proceso y que no es fácil perder la identificación con un sistema de pensamiento del ego que durante tanto tiempo abrigamos.